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Matriz de Intercambio Mundial e Interfaz Kinética

General Traidor

General Traidor

El coronel-comisario Ibram Gaunt, al mando del Primero y Único de Tanith –conocido como los Fantasmas-, ha luchado a lo largo y ancho de los mundos de Sabbat, en la cruzada que lleva su nombre y que ha durado más de veinte años estándar. Sus órdenes les han llevado de un extremo a otro del conflicto, han luchado hombro con hombro con nativos de cientos de mundos, han perdido camaradas por el camino y han ganado nuevos compañeros de armas. Se han granjeado la enemistad de buena parte de oficiales del Archienemigo, han asesinado a magísteres del Caos, desbaratado planes que podían haber comprometido seriamente el progreso de la Cruzada, y se han labrado una reputación más que merecida. Incluso les ha dado tiempo a enemistarse con altos mandos de su propio ejército.

Es el caso de Noches Sturm.

Sturm, comandante en jefe de los Sangreazul de Volpone durante la defensa de la colonia Vervuhn, intentó desertar del frente y huir ante el imparable avance de las oleadas del Caos. Atrapado por Gaunt y sus hombres, se le concedió el poco frecuente honor del suicidio, frente a la ejecución sumaria que prescribe el Instrumento de Orden, el código de comportamiento del Comisariado. Sturm intentó matar a Gaunt en cuanto le hubo entregado el arma, siendo reducido por éste -quien llegó a cortarle una mano durante la refriega- y puesto a disposición de sus superiores.

El general Noches Sturm fue enviado a la retaguardia, en espera de juicio, y se le colocó un cierre mental, una especie de trampa psicológica que le impidiese divulgar información clasificada hasta el momento del juicio. Desafortunadamente, la nave donde viajaba fue abordada por el enemigo. Y para colmo de males, Sturm fue identificado y conducido a Gereon, un mundo conquistado por el caos, donde el Archienemigo intentará desbloquear el cierre mental y apoderarse de la vital información que Sturm lleva en la cabeza.

Gereon, antaño un mundo del Imperio, es ahora un planeta del Caos. Pestilencia, putrefacción y corrupción inimaginables someten a la población civil, los pocos que sobrevivieron a la invasión. Obligados a trabajar en las fundiciones de carne, los gereanos intentan resistir como pueden, arriesgándolo todo en cada sabotaje, cada operación de guerrillas. En este contexto, un comando de élite de los Fantasmas arriba a Gereon clandestinamente para ejecutar a Sturm antes de que tenga la oportunidad de librarse del cierre mental. Pero las cosas nunca son tan fáciles como parecen, y menos allá donde el Caos reina por completo.

Gaunt y sus hombres deberán enfrentarse al recelo de la resistencia de Gereon, que desconfía de ellos, pero al mismo tiempo les reprocha que no vayan a ayudarles a reconquistar el planeta. Además, la exposición al Caos va cambiando lentamente el carácter y la personalidad de los Fantasmas, haciendo aflorar sus peores instintos en un momento en el que no pueden permitirse ni un solo error.

El coronel-comisario sabe que su misión ha sido calificada como “potencialmente mortal/suicida” por los adeptos del Munitorum, y no se hace ilusiones respecto a su posible regreso al Imperio.

Se mire por donde se mire, es una misión suicida.

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